El 1 de agosto del año 1944, un hombre se preparó frente al espejo para ir a su primer día de trabajo en el Banco Boston. Se vistió con su traje nuevo, miró su reloj de pulsera y salió de su casa para adentrarse en el corazón de la ciudad.
Estamos hablando de Hugo Ramos, quien por entonces tenía veinte años. Sin saberlo todavía, ese banco iba a ser la puerta de entrada a otra institución: el Club Bancario, donde hace ya más de medio siglo que trabaja fervorosamente. Sin saberlo todavía, ese banco lo iba a acercar a su lugar en el mundo. A continuación seremos testigos de la historia del club a través de un dirigente que estuvo siempre
1- ¿Cómo fue tu llegada al Club Bancario?
Ni bien empecé mi labor en el Banco Boston, un empleado llamado Cárcamo, ya fallecido lógicamente, nos dijo: “Muchachos ustedes tienen que hacerse socios del Club Bancario”. Yo le contesté: “Ah ¿Tenemos un club? ”Me responde: “Así es”. Allí arranca mi historia con Bancario, sin conocerlo, me asocié. Recuerdo que lo conocí por primera vez en un partido de fútbol, organizado por diferentes bancos. El club en ese entonces se asentaba en un terreno que nosotros le alquilábamos a una firma comercial de Rosario, donde ahora está Banco Nación. Llegó un momento en el que los propietarios querían vender el terreno y nos lo ofrecieron a nosotros, ya que éramos sus inquilinos. Sanguinetti, un empleado del Banco Montserrat, fue un visionario y llevaba toda la institución en sí.
Tanto él como sus compañeros de Comisión Directiva sabían que no tenían el dinero para adquirir el terreno, pero se enteraron que en la Isla De Los Bañistas había una propiedad que se vendía a 10 centavos el metro. Por supuesto, se compró. En aquél entonces era un terreno casi baldío. La escalera que está en la puerta de entrada ya existía, de todas formas nosotros entrábamos por un puente de barro que desembocaba de una caleta en desuso. La Isla De Los Bañistas solamente tenía una casilla de madera, con un piano adentro que se lo estaban comiendo las ratas. Teníamos de vecinos al Club Universitario hacia el sur, donde actualmente está la Guardería Náutica y hacia el norte al Astillero Los Cordos. El terreno era dos metros más abajo, a la altura donde ahora está el bufet, la cancha de fútbol cinco y los baños. Entonces pasaba que cuando el río crecía se inundaba todo muy fácilmente. Hasta ese momento, yo no tenía participación política en el club.
2- ¿Cómo empieza a construirse toda la infraestructura?
Hasta ese momento teníamos la cancha de fútbol, sin vestuarios obviamente, la casilla de madera y una maceta de material. Pensemos que en ese entonces había 200 socios solamente. Se consiguió un préstamo del Banco Provincial y de a poco se empezó a construir un bufet de paja y madera, el vestuario de damas y caballeros y un salón social en el medio de ambos.
3- ¿Cómo eran los vínculos sociales por aquél entonces?
En ese momento la Comisión Directiva no se reunía en las instalaciones del club, sino que le alquilaba un salón al Club Español y allí se gestaban las reuniones. Cuando yo empecé a participar en las actividades dirigenciales como delegado del Banco Boston, ya había un presidente que no era gerente de banco. Se llamaba Albergoli y puede decirse que bajo su mandato comenzaron las actividades sociales dentro del club. Un buen día yo me presenté ya como delegado en una reunión donde estaban Albergoli como Presidente, Tosso como Secretario y Almagro como Tesorero. Les dije: “Vengo a colaborar en el club y mi primera intención es organizar un baile”. A los pocos días una orquesta de jazz tocó en el club. El baile fue en el Club Español, donde alquilábamos La Secretaría y lo difundimos mediante una revista, financiada con publicidad de las instituciones comerciales que eran clientes del Banco Boston. Dentro de la Comisión Directiva del club, se generó tal expectativa que los delegados del Banco Italia y Banco Provincial también empezaron a sacar avisos. En total la revista recaudó $3.000. Al poco tiempo el señor Tosso se retiró del cargo y a mi me nombraron Secretario de Bancario. Tal es así, que si miramos la placa de los integrantes de la Comisión Directiva de los años 50´, el último que queda con vida soy yo.
4- ¿Siempre estuviste ligado a las Comisiones Directivas del club? ¿Qué cargos tuviste?
En toda mi trayectoria fui delegado, secretario, intendente, vicepresidente, subadministrador y presidente. Salvo un período en los años 80’, que cuando me jubilé en el banco, le entregué la presidencia del club al doctor Limonta y yo no ocupé ningún deber. La Comisión Directiva que yo presidía le dejó al club dos propiedades: en Maipú y Sarmiento compramos una casa de pasillo que en el piso de arriba tenía una escribanía, donde nosotros empezamos a organizar las reuniones dirigenciales y dejamos de alquilar en el Club Español.
5- En toda tu historia dentro de la institución ¿Cuáles fueron los momentos más importantes que hicieron a la tradición del Club Bancario?
Muy bien. Lo primero fue la edificación del Edificio Californiano (entrada principal, baños con vestuarios, salón social). Además teníamos parrilleros y el bufet de paja y madera, donde una noche, el Presidente Albergoli, organizó una comida para gerentes de bancos.Bueno, hicimos un asado para mesa única de gerentes. Al finalizar la comida, Alfredo Cano, perteneciente al Banco Español, nos felicitó por el trabajo hecho hasta el momento: “Este es un lugar privilegiado, acá los socios no pagan ni por el aire que respiran, es extraordinario. Nosotros, los gerentes, deberíamos colaborar con estos muchachos para hacer proyectos”, dijo. Imaginate nosotros, los muchachos, habíamos encontrado al hombre indicado para que trajera fondos al club. Organizamos una reunión de Comisión Directiva, a puertas cerradas, y le informamos a Albergoli que era el momento de dar un paso al costado de la presidencia. Era más importante el crecimiento social y estructural del club que el crecimiento individual de Albergoli. Protestó un poco, pero luego lo entendió. El primer proyecto bajo la presidencia de Cano fue la construcción de una pista de mosaico en donde funcionó la canchita de básquet. Lo próximo fue la construcción del bufet como lo vemos hoy en día y para eso voy a hacer un párrafo aparte. Habíamos arrancado a construiro con techo de chapa, hasta que un buen día una tormenta se llevó todo al diablo. Entonces le propusimos al presidente hacerlo de material. El contestó: “Muchachos, va a salir muy caro. Pero voy a tratar de conseguir inversiones, quédense tranquilos que lo vamos a hacer”. Finalmente se consiguieron algunos préstamos y los integrantes de la Comisión Directiva , más algunos socios adherentes, pusimos $200 particulares. Cano trajo un arquitecto que trabajaba en la municipalidad, quien construyó esas paredes antisísmicas que vemos hoy en día y que soportaron todas las inundaciones. Almagro diseñó el escudo que figura en la pared y yo pinté. Así fue como el bufet comenzó a marchar, ya con intervención gastronómica. El mejor de todos los bufeteros de la historia del club fue Don Cabazza, a quién le otorgamos la primera concesión. En esa época se había reformado el estatuto y ya podían venir al club personas no vinculadas a la actividad bancaria, lo que hoy le llamamos socios simpatizantes o adherentes. Imaginen que esa modificación trajo una reapertura muy fuerte dentro del club: más gente, más actividades, más eventos, más ingresos. Otro momento que voy a destacar fue cuando Perón nos concedió un préstamo de 20 millones de pesos para comprar todo el terreno donde ahora está el quincho grande. Se preguntarán ¿Por qué El General nos hizo semejante préstamo? Porque el presidente de la Comisión Directiva de aquella época, era íntimo amigo de Francisco Manrique, quien era el Ministro de Salud y Acción Social. El terreno costó 32 millones: Perón puso 20 y el club 12.
6- ¿Cuáles fueron las primeras actividades deportivas y recreativas?
Además de los bailes blancos, una noche contratamos a un concertista de piano que tocó en el bufet. Recuerdo como si fuera ayer que llovía a cántaros. Otra vez vino Burjua Rey, actor de cine de la época, que se disfrazó de preso y nos hizo reír a todos. Ahora bien, en cuanto al deporte, hay una placa en el club que dice: “El aniversario número 45 de nuestro primer abrazo”. Firmado por la Asociación Bancaria Argentina de Deporte (A.B.A.D), de la cual soy representante hace ya 35 años. La asociación es más antigua que el Sindicato Bancario y se encarga de organizar torneos deportivos (fútbol, básquet, bochas, tenis, etc.) entre bancarios por toda la región. La relación del Club Bancario con la A.B.A.D era la siguiente. Ellos venían un año con fútbol y básquet y el club era sede. Al año siguiente íbamos nosotros. Y así se fueron generando las actividades, algunas deportivas y competitivas; otras recreativas y sociales.
7- De todos los proyectos que encabezaste en el club ¿Cuál crees que fue el más trascendental?
Cuando yo era subadministrador, bajo la presidencia del doctor Limonta, conformé un grupo de trabajo que rellenó y armó el Solárium Norte del Club Bancario. Recuerdo que yo recorría las calles y donde veía rotura de pavimento lo traía para la obra.También era yo el que hablaba con capataces de la construcción para ver si se podía conseguir la mezcla que se necesitaba para el relleno. Se puede decir que con ese proyecto, que hoy en día es el Solárium Norte ya confeccionado, le ganamos un pedazo al Río Paraná. Pero en aquellos tiempos, una vez avanzada la obra, muchos quisieron cortarla. Yo me opuse enérgicamente argumentando que se tenía que continuar ¿Por qué cortar a la altura de los árboles ahora? Si existe la posibilidad de seguir construyendo nuestro espacio en un terreno que nadie utiliza para nada. Me entrevisté con el presidente y le dije: “Mirá Carlitos, me parece que lo que se está haciendo es una barrabasada. Yo conozco al arquitecto que está demoliendo en el Parque España, puedo conseguir casi la mitad de los escombros y la tierra que se necesite. Dame la orden para que siga con la construcción”. A lo que me responde: “Hugo, si es así, a partir de mañana se vuelve a trabajar. Y tenés todo mi apoyo, si querés podés llegar hasta la isla”.
8- ¿De qué consta un relleno para ganarle metros al río?
Se levantaron 3 metros para arriba del nivel del río. Todo el relleno consta de roturas de pavimento, escombro y tierra. Una vez que se compactó y se sembró el pasto se necesitó que se le construyera una defensa, que es esa reja que vemos hoy en día. Todo fue trabajado por el personal del club, nadie vino de afuera. Hasta esa misma defensa, que la hizo el herrero Ferrari, lamentablemente fallecido años más tarde en un accidente.
9- Se corre un mito que, en la historia del Club Bancario, hubo un grupo de hombres llamados los doce apóstoles que contribuyeron mucho a la idiosincrasia de la institución ¿Quiénes fueron?
Fueron unos amantes del río, unos creadores de vínculos sociales. Tal es así que los doce apóstoles íbamos a pescar y traíamos sardinas. Todos los socios colaboraban en limpiarlas y cocinarlas, recuerdo que se armaban grandes mesas y pasábamos grandes noches. Los doce apóstoles, todos socios del club, compramos un terreno en la isla, frente a La Florida y construimos un rancho que levantamos con nuestras manos. Pasamos grandes momentos. Voy a nombrar a los que más recuerdo: Mario Gilbert, Félix Caffarengo, Bressano, Carlos Almagro, Mauren, Liberati y Guillermo Monti. Fuimos un grupo de amigos que colaboramos con la vida social del club y también con la vida institucional. En su mayoría fuimos integrantes de Comisiones Directivas y también en Sub-Comisiones de Náutica y de Fiesta.
10- ¿Cómo está parado el club hoy en día? Tanto social como económicamente.
El Club Bancario, bajo esta última Comisión directiva presidida por el señor Farías, hizo un boom. Sobre todo en materia económica y financiera, que se lo debemos todo a nuestro Tesorero Rulo Bressano. No tenemos ninguna deuda, no tenemos créditos. Según Bressano, en el último balance anual, el club incrementó su capital en $ 400.000. Pensemos que Bancario también invierte muchísimo: las dos canchas de fútbol, la reparación del quincho grande, la guardería náutica. Hoy todas las obras que, aprobadas por la Comisión Directiva, se llevan a cabo, están bajo la supervisión mía (como Secretario) y de la administradora, porque ya no tenemos más la categoría de intendente. Nosotros estamos a cargo del personal de mantenimiento y aprobamos los presupuestos que se hacen para determinadas construcciones. La verdad que estamos muy bien, trabajando mucho pero con objetivos claros y concretos.
11- ¿Cómo avanza institucionalmente el terreno de la isla del club?
Fui a la Jefatura de Victoria, me dieron el certificado que yo hice legalizar y se lo llevé junto a la memoria y balance al Gerente de la Dirección de Rentas de Entre Ríos. Así que tenemos todo listo, el terreno es nuestro. Hay que poner carteles que representen a Bancario y trabajar mucho, para que luego podamos disfrutar de nuestro espacio.
12- De cara al futuro ¿Qué iniciativas querés que se lleven a cabo dentro del club?
Tanto la Comisión Directica actual, como el señor Hugo Ramos, apoyan el proyecto de la reforma de la Guardería Náutica. Hay que hacerla más futurista: Que haya un sampi móvil, que tenga tres pisos. Si se autoriza y luego se concreta, pienso que se incrementarían los ingresos de la caja del club y se podría cerrar el tinglado (otro proyecto). Pero antes de avanzar nosotros, lo tiene que aprobar la Municipalidad de Rosario. Recuerdo que cuando hicimos el tinglado, el ex Intendente Usandizaga nos lo quería tirar abajo porque tapaba la visibilidad. Hicimos una serie de reclamos y los concejales nos aprobaron la obra. Bueno, ahora también se tiene que aprobar la altura para la construcción y nosotros vamos a hacer todo en regla como siempre.
13- Si dentro de muchos años, cuando muchos de nosotros quizás ya ni estemos, se escucha el nombre en el club de Hugo Ramos ¿Cómo te gustaría que te recuerden o te describan?
Que miren la placa donde figura mi participación histórica para describirme (Risas). Realmente me gustaría que se sepa que yo tuve y tengo mucho amor por ser un dirigente del club y también por participar en actividades sociales y deportivas. La gente que conocí acá se transformó en mi familia y el club en mi casa. Mi nombre será uno más entre tantos, pero si me gustaría que en el futuro se sepa que en todas las comisiones directivas en las que participé se trabajó a pulmón por nuestro querido Club Bancario.
Se puede decir que hoy en día, aquel jovencito que ingresaba al Banco de Boston, es un dirigente fundamental a la hora de analizar el desarrollo histórico del Club Bancario. Huguito sigue aportando lo suyo como lo hace desde 1950. Actualmente es el Secretario del club y cumple un rol clave en lo administrativo e institucional. Con noventa pirulos sigue en actividad con el mismo compromiso de siempre.
¡Grande Hugo!